miércoles, 10 de noviembre de 2010

TURISMO RURAL Buenos Aires


Nuestro país se caracteriza por sus extensas regiones dedicadas a la producción rural.
Introducirse en las actividades de este hábitat es, además de otro punto de encuentro con la naturaleza, descubrir la convivencia con otros seres vivos, degustar la gastronomía que de ella proviene (como el típico asado), disfrutar de la cultura y el folklore, y nutrirse con aromas y sabores naturales.
Realizar turismo rural es disfrutar a pleno de la hospitalidad de su gente, del espectáculo de la destreza en el manejo de los animales de corral, de la obtención de alimentos de la naturaleza misma y del paseo reconfortante con que se rompe el sedentarismo.
La siembra, la cosecha, la ordeñada, el amasado, la yerra son algunos de los trabajos rurales.
En el extenso territorio argentino esa actividad se desarrolla en establecimientos de diverso tipo, tamaño y categoría, los que según sus características adquieren varias denominaciones tales como estancias, campos, chacras y granjas.
Argentina posee 500 establecimientos agroganaderos aproximadamente, dedicados al turismo rural, de los cuales muchos han superado los 200 años de historia. Los cascos de algunos de ellos son hermosas mansiones de arquitectura de origen francés, italiano, inglés y estilo colonial, cómodas y lujosamente equipadas. La familia rural es la que brinda los servicios de atención al visitante con total hospitalidad.
Podemos localizar los establecimientos agropecuarios  principalmente en la provincia de Buenos Aires y en la Región Patagónica, aunque también el turista puede disfrutar de las estancias repartidas en el resto del país. Estos establecimientos varían en sus dimensiones, encontrándose desde las 50.000 hectáreas, hasta micro-emprendimientos como granjas y huertas de 1 hectárea de extensión. Están dispersos de norte a sur y de este a oeste en los 3.761.274 km2 de superficie de la República Argentina.
En cada área geográfica, donde el turismo rural es posible, encontramos  características y opciones relacionadas con el ambiente físico natural, pudiendo seleccionar diversos tipos de climas o paisajes. Desde el norte, con un clima cálido subtropical con o sin estación seca, hasta el frío oceánico del sur, pasando por una franja de climas templados en el centro.
Además, al turista se le presenta una gran cantidad de ofertas recreativas de acuerdo al tamaño, la arquitectura, los servicios ofrecidos, la gastronomía, la cultura rural y la actividad agropecuaria de cada uno de los establecimientos.
Se puede realizar una gran variedad de actividades como la pesca, caza, paseos a caballo, trekking, observación y exploración de flora y fauna autóctona, visita a museos, etc., haciendo del día de campo un momento inolvidable.
El visitante puede participar de las típicas prácticas rurales: arreo de ganado, ordeñe de vacas, esquila de ovejas, señalada de corderos, yerra de vacunos, asistir a una doma o jineteada a cargo de gauchos, o disfrutar de un apasionante partido de polo, o de pato (que es el  deporte nacional) y una guitarreada junto a bailes folklóricos. Los museos rurales constituyen otra opción interesante donde se rescata la historia familiar y productiva de las poblaciones locales.
La comercialización del turismo rural se realiza a través de operadores turísticos o en forma directa por parte de los propietarios, ofreciendo la posibilidad de disfrutar de un día de campo o pernoctar en ellos.

Estancia Arroyo de Luna